"El secreto está en saber escuchar esas voces dormidas"
Lucas Palafox, 1987

domingo, 21 de diciembre de 2014

MIGA.

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   Arrepentido convirtió los peces en panes; entonces las aguas comenzaron a menguar. Instados por la porosidad de la miga los ríos retrocedieron, lentos, mientras en la costa las orillas alejaban sus márgenes hasta abrazarse sobre un desierto. Allí flotas enteras quedaron expuestas entre chuscos tostados por el sol. Y en las montañas campos atestados de hogazas pacían donde antes hubieron lagos repletos de truchas y salvelinos; los mares murieron de sed.
   En aquel tiempo el agua entregaba su espacio a la miga que, implacable, absorbió toda humedad existente en el planeta transformándolo en un mendrugo descomunal, como el pan que venden en mi pueblo.

lunes, 24 de noviembre de 2014

No bajaron los buitres el último invierno

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Nos tumbamos sobre el pasto seco de las primeras cercas. 

Los buitres jamás vinieron. 

Y aún la hierba abraza nuestros cuerpos; tampoco mañana volveremos a casa. 

A veces el hambre se agobiaba allí dentro. La oscuridad y el silencio del cobertizo ocultaba nuestros contornos desnutridos negando su obra, eso le hacía salir; entonces las bestias comenzaban a enfermar fuera del cortijo, seguramente. 
Mi hermana me contó que cuando un animal muere los buitres bajan desde las altas cumbres de la sierra en busca de su cuerpo, aunque yo un día vi un tejón atiborrado de larvas y moscas que devoraban el interior de su carne ya podrida, algo así como un enjambre de vísceras, dudo que dejaran algo para las aves. 
El tiempo allí abajo era más lento, si no se hacen cosas se vuelve torpe, eso lo descubrí yo. A mi me gustaba cantar y contar historias, como hacía con Jorge y Miguel, pero a mamá no. Sí jugábamos a estar en silencio, a ignorar el sonido de los pasos de madera sobre nosotros, a no escuchar las voces de las voces que escuchábamos. Mamá se tomó este juego muy enserio, incluso después de ser descubiertos jugaba a no escuchar las voces de las voces que escuchábamos, y nos tapaba los oídos.

Cuando salimos la luz quemaba como sol de agosto.
Me sorprendió comprobar que, en los pastizales, no había bestias enfermas.
La higuera del patín había muerto como todos los inviernos.

Luego mamá quiso adelantarse y esperamos a que volviera, mientras ella seguía jugando a no escuchar las voces de las voces que nosotros aún escuchábamos. Gritaban.
Cuando nos miró la luz de sus ojos quemaba como sol de agosto. 

Mi hermana me contó que los buitres, cuando un animal muere, bajan; fue por eso que nos tumbamos sobre el pasto seco de las primeras cercas fingiendo estar muertos. Aquel día yo le conté lo del tejón y ella me abrazó. 

Los buitres jamás vinieron.

Y aún la hierba abraza nuestros cuerpos; tampoco mañana volveremos a casa.



jueves, 13 de noviembre de 2014

14 meses

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A mi abuelo: Carlos José Casado Guedo.



hoy tu, vuelves a ganar.

Y luciré orgulloso mi nombre,
que es el tuyo.
Y observaré curioso la rareza de mi meñique,
recordaré curioso la rareza de tu meñique.

Hoy tu, vuelves a ganar.

No comerás si no te apetece,
dormirás. Dormirás.

Y volverás a ver. Y volverás a ver de nuevo. Y volverás a ver de nuevo a tu esposa que es mi abuela junto a ti.

Sonrisa grande; pícaros los ojos.
Tu beso en sus labios.

Hoy tu, vuelves a ganar;
porque no es morir morir de amor.

No esperes más abuelo, vete ya,
que hoy morir no es morir sino vivir.
Abuelo que no es morir morir de amor
sino vivir para el amor.


martes, 23 de septiembre de 2014

ESPIRÁCULO

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    Un cuerpo que imita a la perfección la sensualidad innata de la mujer pero que es una lombriz alojada en mi vientre, y que come todo cuanto acojo. 
    En mis labios se gesta la criatura escondiéndose tras un roce de peces salinos. Difícil negar la entrada a tan voluptuoso néctar. Es un señuelo. Luego se imbuye, bucea el vértigo bajo mi pecho y con la sensualidad con la que se expanden los fluidos recorre todas las cavidades de mi casa. Ya dentro obstruye como agujero de ballena toda abertura que a su paso encuentra, y me hace hermético. Inhibe mi voluntad y mi razón; solo deja lugar a la apetencia y al instinto. La lógica se pudre porque el pensamiento ya no puede alimentarla. El cerebro está muerto y el corazón es tóxico. Todo mi cuerpo queda entonces expuesto al veneno. Nadie conoce antídoto; es una droga demasiado primitiva. Produce muerte. Un cuerpo puede sufrir. Un cuerpo es una cáscara. La cáscara guarda un fruto. El fruto se pudre una, dos, tres veces, en bucle, hasta que expira la materia. 
    Aunque yo estoy muerto por tercera vez, la materia, aún resiste. Por eso hoy he limpiado la estancia y he sellado las ventanas; me preparo para la embestida, y me volveré a enamorar.

EVAN HARRIS: whale innards


domingo, 21 de septiembre de 2014

EL AIRE EN LAS MEMBRANAS.

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   En la aldea era costumbre recibir con cantos al trashumante de Nakhon. 
  Por el sendero de la luna solía aparecer el anciano con su enorme carro cargado de moscones y tábanos, al llegar siempre lanzaba desde su caballo delicias de larvas y crisálidas que comíamos bajo sus pies. Recuerdo que, por las mañanas, después de haber extirpado las alas a todos los insectos, salía al patio a tenderlas en el cordel que había junto a la entrada; los días de viento era delicioso sentarse a escuchar el sonido que desprendían las membranas al vibrar, era el aire el que las hacía zumbar con esa arrogancia, exactamente el mismo que hoy abanica nuestros cuerpos infectos, fermentados por el sol.








viernes, 29 de agosto de 2014

Proyecciones

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Hieren mis ojos las luces que se cuelan.
No les pido me cuenten su versión de este mundo, pero se cuelan.
Ignoran mi deseo de no saber y transgreden crueles mis pupilas,
se cuelan, se cuelan sin piedad.

Proyectan figuras en mi cabeza porque me piensan su caverna.
Intrusas, falsarias. Impostoras.

No puedo ver quien manipula los perfiles.
No puedo ver quien manipula.
No puedo ver quien.
No puedo ver.
No puedo.
No.

… y engaña mis retinas,
y envenena mi pensamiento.

Prefiero oler y escuchar y sentir con mis manos y saborear con mis manos, lo prefiero todo menos la mentira de mis ojos. Deseo la pureza del ciego, el mundo de la imaginación. Simular contornos bajo la sombra. Suponer tu existencia en el silencio, en silencio. Quiero ser ciego y dibujar rostros con la voz.


Me queman dentro las luces. 
No siento.
No saboreo ni escucho,
ni siquiera te huelo en mis manos.

Pero eso no importa;
soy un cronopio.







domingo, 10 de agosto de 2014

EYE IN THE SKY

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          Tiene tanto de mí que ha cosido su nombre a mi sombra. 
       A menudo la pienso observando desde el umbral de mi ombligo, escondida tras la blusa blanca, sentada, con un ojito cerrado y el otro entreabierto y el otro también cerrado bajo la membrana, ansiando descubrir algo nuevo con que jugar. Algunas tardes en las que me tumbo a leer la escucho cantar, I am the eye in the sky, divertida tras la piel, looking at you, con su rostro sobre mí, I can read you mind, haciéndose notar. Luego, cuando entiende que no habrá más hallazgos se duerme, entonces todo se calma, todo se silencia en mí y ya solo queda en la casa el sonido de nuestros latidos. Yo procuro andar de puntillas, hablar bajito si hablo y cerrar todas las persianas que encuentro; temo que algo la alerte o que no esté cómoda; prefiero que siga pensando que es la única superviviente. 
          Se lo difícil que resulta vivir confinada en un espacio tan reducido pero ahora mi vientre es el lugar más seguro que conozco. Además, yo también vivo desde aquella noche enjaulada en esta casa, como un animal temeroso de una simple luz, sin saber siquiera si aún siguen ahí afuera, esperando volver encontrarme entre el centeno. Así que pienso mantenerla en mis entrañas otros treinta meses más si es necesario porque, si decide salir, no me quedará otra que contar la verdad y entonces nadie me creerá.



domingo, 1 de junio de 2014

BALIRA

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Hacía demasiado tiempo ya que la escalera había caído en desuso. Las runas de sus primeros peldaños habían desaparecido y donde antes lucía la piedra escrita ahora el musgo reposaba plácido amordazando sus palabras. 

Una ciudad, una escalera. Una escalera, una ciudad. Balira. 

Antaño los hombres la adoraron, desde lejanas tierras acudían los mortales sólo para poder contemplarla, seducidos por las palabras de comerciantes y mercaderes que antes que ellos fueron cautivados por la magnanimidad de su firmeza. Dejaban presentes a sus pies, componían canciones en su nombre e inventaban leyendas sobre su creación. Todas fueron olvidadas, todas condenadas por la caducidad de sus profetas pues los más viejos habían muerto y los menos viejos eran demasiado menos viejos como para saber de ellas. Pero a pesar de todo, la escalera, seguía allí. 

En torno a ella una ciudad gris, enorme, monstruosa, una ciudad que se extendía hasta disiparse en el confuso vacío de sus bordes, un charco de metal sin orillas ni semillas que ignoraba en su centro a una espiga desterrada. La escalera de Balira era el primer y único vestigio dejado por los Dioses, obra maestra obra de un maestro. Erigida en roca ascendía en espiral franqueando cúmulos y nimbos retando a toda ley y a todo rey que intentase derribarla. Un Golem. Cada escalón mostraba la altura de diez hombres y en la amplitud de sus huesos se llegaron a construir mercados y hasta pequeñas ciudades; lisas sus paredes, rasos sus peldaños. Aquella escalera era invencible porque los Dioses así lo son y aunque los hombres olvidaron el origen de su existencia ella aún sabe que sigue siendo invencible, porque es hija de un Dios.

Al pie de aquel coloso los hombres. Ahogados en su mierda se empeñaban en destruir todo lo que se les había regalado. Con grandes pozos herían la tierra que sangraba, sabia negra acumulada en ciénagas por toda la planicie, minas como cráteres, chimeneas de ceniza y ni un solo árbol. Los hombres jugando a ser Dioses. La pulga imitando al león. El aire hecho polvo; las nubes, hollín y Balira una sombra. 

Aquel día al verme, 
      todos quedaron admirados, 
                      todos clamaban perdón, 
                            todos imploraban misericordia, 
                                   la misma que ellos habían sepultado. 

Jugaban a estar muertos; y ganaron.

domingo, 11 de mayo de 2014

LA DEPRESIÓN DE LA SIRENA

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     La pescamos en una de las salidas a Bering (digo pescamos porque así fue como la encontramos, enredada en el trasmallo que usábamos para el pescado). Supimos que era una sirena porque su cuerpo era una mezcla macabra de pez y mujer. Para nada ostentaba la belleza de las sirenas descritas en las novelas, de hecho aquella cosa distaba mucho de cualquier criatura descrita en las novelas. Un puñado de escamas engarzadas a una masa de pelo y carne amarilla.

     No hablaríamos de aquello, ese fue el pacto. 

    Colgué del techo conchas y erizos marinos, los más bellos que encontré; ahora mi lavabo sería su hogar. Cubrí el parqué con la mejor arena de todo el Gobi, fina y delicada como la sémola, casi agua; y en el fondo de la pila, algas estuarias de Yukón y alguna que otra estrella de mar. 
      Hoy se ha suicidado, ha tirado del tapón. Llevo horas mirando su cuerpo, pensando que hacer con ella. Lo cierto es que, lo que antes me parecía una aberración, ahora se me antoja pura divinidad. He invitado a la tripulación para darles la noticia pero antes, cenaremos sushi.




lunes, 5 de mayo de 2014

ÚLTIMA TEMPORADA

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     Apenas un puñado de personas quedamos agolpadas entorno al último árbol vivo sobre la Tierra. Estáticos para no malgastar el aire. Todo el oxígeno existente en el planeta ha quedado reducido a un anillo de escasos siete metros de espesor y un paso más allá sólo quedan cadáveres, millones de cuerpos acopiados unos sobre otros en un cenagal de carne amarillenta que se pudre mansamente ante nuestros ojos. 
     Hoy el aire ha despertado más pesado que ayer y he preferido pasar el día sentado junto a su raíz, aún hay sombra bajo su copa. La quietud del aire muestra una serenidad engañosa que nadie quiere interpretar. Muchos de nosotros hemos llegado a idolatrar al gran árbol. Algunos lo llaman "El Bote", lo piensan como el salvavidas que les librará de la catástrofe. Nadie quiere alejarse de él, lo abrazan. Yo hoy no he despertado muy optimista y más que nunca siento mi vida caduca.
     Pronto llegará el otoño.


Este relato aparece publicado en el nº1 de la revista literaria "Sopa de Ornitorrinco" impreso en Córdoba el día 11 de septiembre de 2014, aniversario del nacimiento de los escritores D.H. Lawrence (1885) y Manuel Mujica Láinez (1910). 

lunes, 31 de marzo de 2014

LA MAISON DU MOINEAU

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           En una de las mesas que adornan la entrada del prestigioso restaurant parisino “La Maison du Moineau” un hombre bien ataviado grita. El sujeto poseso por el histerismo sacude un pañuelo descolorido con su mano izquierda mientras, con la derecha, golpea el suelo en repetidas ocasiones con un bastón de empuñadura equina. Al mirar hacia arriba se encuentra en el enorme espejo que cruza el hall, entorna sus ojos y choca con su imagen que le tortura. Le aterra reconocer su rostro defectuoso, sin orificios, sin boca ni nariz, también sin ojos, ni orejas; le horroriza no ver cabeza sobre sus hombros ni hombros sobre su torso. Exasperado ante la impasividad de la muchedumbre amaga con un nuevo golpe de bastón, enérgico, brioso, potente; no tiene brazos y el garrote cae al suelo. El miedo lo anega e intenta huir inútilmente, sin piernas la fuga se transforma en un leve vaivén de su cuerpo incapacitado sobre el blanco inmaculado del piso.

En una de las mesas que adornan la entrada del prestigioso restaurant parisino “La Maison du Moineau” una señora de sombrero abombado mira estupefacta el inexplicable movimiento de un guisante retorciéndose en su plato.


Café on the Sant-Michelle. Paris "Alexi Zaitsev"

jueves, 20 de marzo de 2014

LABERINTO

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Tres puertas enfrentadas entre sí y yo en el medio. Elijo una al azar y entro. Delante un largo pasillo se escapa hasta extinguirse en el infinito, lo sigo. Camino por la galería algunos muchos metros hasta chocar con un gran muro que divide el sendero en dos vías contrarias. Izquierda y derecha. Cojo el de la izquierda. Escoltado por altas paredes de piedra zigzagueo, a un lado y a otro, a un lado y a otro y viceversa, cuando creo que me he perdido de nuevo encuentro una escalera que baja hacia arriba, la subo hacia abajo y al llegar a su último escalón aparece un triángulo con tres puertas enfrentadas entre sí y yo en el medio. Elijo una al azar y entro.



lunes, 17 de marzo de 2014

TRES CARICIAS PARA DORIAN

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Un cosquilleo como un beso de ojos.
Dorian se reconoce, es algo nuevo para ella pero siente la necesidad e intenta serenar al ave entre sus manos.

La demencia es una enfermedad que afecta a la razón pero Dorian también es artista.

Vive en un mundo sin voz porque la piensa inútil,
le obsesiona sentir, ser libre o salvaje como el remolino que aún guarda entre sus manos.

El calor que late es rojo animal y suave.
Su pasión es escapar, luego quizá quiera volar; el ave también lo quiere para él pero no le queda más hueco ya que la cicatriz de sus arrugas.

Dorian lo ha encontrado esta mañana en la habitación y lo ha hecho suyo, estaba en el alféizar de su ventana y no podía volar por eso lo ha cogido. Se lo ha quedado. Ella sabe reconocer las buenas obras
porque es artista.

Intenta escapar y lo agarra.
Intenta escapar y lo agarra.
Intenta escapar. Y lo agarra fuerte.
Ahora es más calor.
Se funde. El ave se escapa líquido entre sus dedos, ya es libre y aunque el calor ya no late sigue siendo
rojo animal,
y suave
como la miel
y la témpera.

La demencia es una enfermedad que afecta a la razón pero Dorian también es artista.


La témpera.
Hoy Dorian se ha levantado más artista y ha sorprendido al personal del centro.
Hoy Dorian ha decorado los muros de su dormitorio.
Hoy, Dorian se ha impregnado las manos de témpera roja y ha vuelto a sentir que también es artista.
Le incomoda. Le incomoda vivir ahora que no queda témpera, ahora que se seca la pintura de sus manos, y sus propias manos y sus uñas.
Le incomoda vivir ahora que deja de ser artista,
ahora que nota su razón,
seca.


 

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