Hieren mis ojos las
luces que se cuelan.
No les pido me cuenten
su versión de este mundo, pero se cuelan.
Ignoran mi deseo de no
saber y transgreden crueles mis pupilas,
se cuelan, se cuelan sin
piedad.
Proyectan figuras en mi
cabeza porque me piensan su caverna.
Intrusas, falsarias.
Impostoras.
No puedo ver quien manipula los perfiles.
No puedo ver quien manipula.
No puedo ver quien.
No puedo ver.
No puedo.
No.
… y engaña mis retinas,
y envenena mi
pensamiento.
Prefiero oler y escuchar
y sentir con mis manos y saborear con mis manos, lo prefiero todo menos la
mentira de mis ojos. Deseo la pureza del ciego, el mundo de la imaginación. Simular
contornos bajo la sombra. Suponer tu existencia en el silencio, en silencio. Quiero
ser ciego y dibujar rostros con la voz.
Me
queman dentro las luces.
No
siento.
No saboreo ni escucho,
ni siquiera te huelo en
mis manos.
Pero eso no importa;
soy
un cronopio.
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