"El secreto está en saber escuchar esas voces dormidas"
Lucas Palafox, 1987

martes, 23 de septiembre de 2014

ESPIRÁCULO

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    Un cuerpo que imita a la perfección la sensualidad innata de la mujer pero que es una lombriz alojada en mi vientre, y que come todo cuanto acojo. 
    En mis labios se gesta la criatura escondiéndose tras un roce de peces salinos. Difícil negar la entrada a tan voluptuoso néctar. Es un señuelo. Luego se imbuye, bucea el vértigo bajo mi pecho y con la sensualidad con la que se expanden los fluidos recorre todas las cavidades de mi casa. Ya dentro obstruye como agujero de ballena toda abertura que a su paso encuentra, y me hace hermético. Inhibe mi voluntad y mi razón; solo deja lugar a la apetencia y al instinto. La lógica se pudre porque el pensamiento ya no puede alimentarla. El cerebro está muerto y el corazón es tóxico. Todo mi cuerpo queda entonces expuesto al veneno. Nadie conoce antídoto; es una droga demasiado primitiva. Produce muerte. Un cuerpo puede sufrir. Un cuerpo es una cáscara. La cáscara guarda un fruto. El fruto se pudre una, dos, tres veces, en bucle, hasta que expira la materia. 
    Aunque yo estoy muerto por tercera vez, la materia, aún resiste. Por eso hoy he limpiado la estancia y he sellado las ventanas; me preparo para la embestida, y me volveré a enamorar.

EVAN HARRIS: whale innards


domingo, 21 de septiembre de 2014

EL AIRE EN LAS MEMBRANAS.

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   En la aldea era costumbre recibir con cantos al trashumante de Nakhon. 
  Por el sendero de la luna solía aparecer el anciano con su enorme carro cargado de moscones y tábanos, al llegar siempre lanzaba desde su caballo delicias de larvas y crisálidas que comíamos bajo sus pies. Recuerdo que, por las mañanas, después de haber extirpado las alas a todos los insectos, salía al patio a tenderlas en el cordel que había junto a la entrada; los días de viento era delicioso sentarse a escuchar el sonido que desprendían las membranas al vibrar, era el aire el que las hacía zumbar con esa arrogancia, exactamente el mismo que hoy abanica nuestros cuerpos infectos, fermentados por el sol.








 

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