"El secreto está en saber escuchar esas voces dormidas"
Lucas Palafox, 1987

miércoles, 9 de enero de 2013

IGUAL A TODOS


          Mi vida ha sido muy peculiar, muy pocos son capaces de experimentar esta cualidad pero, los que lo hacen, la eligen para siempre. 

        La descubrí en la adolescencia cuando, un día por sorpresa, me miré al espejo y descubrí que mi cuerpo había amanecido siendo el de un hermoso potro. Corrí por todo el salón sin evitar tirar la televisión y dar una coz a mi abuela que hacía punto en su mecedora. Del susto, ensartó el cachete de padre con la aguja. No gustó mucho a mi madre pues me tuvo encerrado en mi habitación durante una larga temporada. Pero esta formidable habilidad no quedó solo en eso pues, una tarde en la que ya empezaba a olvidar hasta el día en el que vivía, boquiabierto, descubrí que mis manos estaban revestidas de plumas. Rápidamente me quité los zapatos y me quedé atónito observando que mis pies se habían tornado amarillentos y de una piel dura y áspera. No había duda de que todos mis esfuerzos por salir del dormitorio habían dado su fruto mutándome en una majestuosa águila. Pero eso de volar debe de practicarse antes, no se vuela así del día a la mañana, se debe madurar la técnica y el estilo, hasta mis padres deberían saberlo. Dos piernas rotas fueron el resultado del infructuoso vuelo. Padre dejó de enfadarse conmigo para observarme en silencio y madre apenas sonreía al verme, al menos no como lo hacía antes. Fueron muchas más las veces en las que esta habilidad me sobrevino a lo largo de los años. Fui un elegante delfín, un chimpancé, un pingüino y una lombriz y un topo y también un pesado elefante, hasta conseguí ser un colibrí.

     Desde hace unos años me acompañaron a este centro en el que, palabras de madre, encontraría personas como yo. Pero aquí no veo a nadie especial, no hay delfines ni leones, la gente ni trota ni vuela y lo peor de todo ya no puedo transformarme en nada. Esto alegra mucho a mis padres pues ahora sonríen como antes, ahora vuelven a ser felices. Pero yo no, ya no me siento especial, tan solo igual a todos los demás.


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4 comentarios:

Adrián Muñoz dijo...

Hasta la "locura" es parte de nosotros. La cuestión es si somos locos solo porque no encajamos dentro de los ideales de una sociedad edificada en base a una mayoría sin personalidad. Por desgracia cualquier sobresaliente de esas pautas es cortado por conveniencia general.
Buen post, y buen blog. Enhorabuena

[J.C.C]* dijo...

La originalidad y la exclusividad es imprescindible para sentirse alguien especial. En este mundo hay que destacar en algo para poder ser visto o simplemente para sentirse bien consigo mismo, no vale seguir escondido entre la manada, no vale ser igual a todos... En mi opinión claro está.
Gracias por tu comentario Adrián, soy nuevo en esto y agrada ver gente que lee los post :D

Lejana dijo...

Gran post! Tal y como está el mundo es mejor vivir en la locura que ser conscientes de lo que nos rodea. Aunque como le sucede al protagonista de la historia, tal vez acabemos encerrados. Y no solo en un manicomio. La mente pensante, libre y creativa es un valor anadido en estos tiempos. Cuidala y cuidate. Un abrazo

Masmoc Utopía dijo...

Me estaba riendo leyéndote y al final se rien los demás.
Tensar el equilibrio interno y externo a veces no es fácil.
Buen estilo.
Felicitaciones..

 

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