"El secreto está en saber escuchar esas voces dormidas"
Lucas Palafox, 1987

jueves, 3 de enero de 2013

VOCES DORMIDAS



El anciano tomó asiento en el escritorio de roble. Tras la ventana, los tejados de la ciudad vieja dormían bajo el hechizo de una noche vestida de plata. El abuelo deslizó suavemente su mano sobre la madera, en silencio, solo. Su tacto le trajo un lejano recuerdo, y el recuerdo, una lágrima. Era aquel el rincón donde tantas veces se imaginó escribiendo, historias en las que creyó y que el tiempo había olvidado por no haber sido capaz de escribirlas, pero que sin él saberlo habían pasado a formar parte de él. Un escritorio que había reservado para dar vida a los personajes con los que tanto soñó y que ahora se habían perdido entre los angostos callejones de una memoria marchita por el tiempo. 
Pensó en ellos, en sus vidas, en él. Pero ya no había nada que contar. Llenó sus pulmones de aquel polvo de luna nueva que le arropaba, bajo el silencio de una vida que se apaga, y cuando ya se creía incapaz de ver con esos ojos de niño, las voces emergieron entre luces de luciérnaga y recuerdos de agua fresca y olivares. Sus personajes volvían para despedirse. Y como un pianista que se olvida de cuanto le rodea, el anciano comenzó a mover sus dedos, dejándose llevar por aquellos que tanto había anhelado, inmortalizándolos para siempre en forma de papel y tinta. Sabía ya, que no estaba solo. Y con los ojos cerrados y una sonrisa en el rostro escribió al son de una melodía, al son de aquellas voces dormidas.

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1 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta mucho tu estilo, suerte con el blog. Espero que nos sigas mostrando muchos escritos mas.

 

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